La visión de Pablo Amaringo
La pintura de Pablo Amaringo supera la percepción de los sentidos para penetrar en el universo interior de cada ser, en sus sueños y en la realidad de sus “visiones”. En sus trabajos, hay una fina factura de ilustración hiperrealista. Su visualidad explora la experiencia shamánica: en sus cuadros solía pintar sesiones de curación, en las que se abren trochas ondulantes y espirales entre el follaje de hojas de chacruna, flores de toé y lianas. Ese amasijo natural se confunde con serpientes en dirección a un espacio cohabitado por peces, bufeos colorados, yacurunas y sirenas, vientos poblados de aves, mariposas y ángeles, remolinos y naves espaciales. Son planetas con ciudades fluorescentes llenas de templos y palacios. Sin duda, la obra de Amaringo reúne un catálogo infinito, el más completo que jamás se haya hecho de seres comunes y divinos que, a su vez, pertenecen a una sabiduría particular del universo de la ayahuasca. De este modo, su arte visionario nos invita a un viaje cósmico y nos revela los conocimientos de la medicina tradicional junto a un dogma de vida basado en los valores ancestrales del Amazonas.